MARCHA POR LA PAZ, JUSTICIA Y DIGNIDAD.
Autopista México-Cuernavaca, 5 de mayo. Sostiene que está convencido de que su deber pastoral es estar aquí y participar en la movilización, porque el país se está desbaratando de tanta violencia. Enfundado en ropa deportiva, sólo un enorme crucifijo sobre el pecho identifica a Raúl Vera López como obispo de Saltillo, quien, sin matices, afirma:
Este país cada día se desarticula más, la impunidad y la inseguridad crecen; aunque no, no es un país de cabeza, es un país sin cabeza.
Al paso que lleva la caravana, el obispo alude al mensaje presidencial emitido en cadena nacional la víspera del inicio de la Caminata-Marcha por la Paz con Justicia y Dignidad.
Asevera que ese mensaje mostró al presidente Felipe Calderón
con una gran debilidad, porque su sistema, aunque lo está imponiendo a la fuerza, no tiene aceptación: su guerra no tiene respaldo. No veo una mentalidad democrática en quien gobierna, porque la democracia consiste en escuchar al pueblo.
–¿Hay obstinación presidencial en su estrategia?
–No sólo obstinación, sino también incapacidad de la estructura que ha creado y de las personas que colaboran con él. Hay mucha corrupción dentro de la estructura del Estado y su colaboración política.
La ley de seguridad, con tintes dictatoriales
Vera López tiene claro su diagnóstico sobre la situación del país y por eso lamenta que ante la creciente inconformidad social la respuesta sea la promoción de una Ley de Seguridad Nacional con visiones dictatoriales, cuya pretensión principal no es defender a la sociedad sino defender al Estado de los ciudadanos.
Quieren suplir la indignación e inconformidad con el endurecimiento de una legislación que autorice el uso discrecional del Ejército, subraya.
Vera señala que el reclamo social empuja a recomponer esa estrategia, “porque la violencia nos está desbaratando, amenaza a la ciudadanía, pero no, no se quiere escuchar. No le estamos pidiendo cauces fuera de la Constitución, le estamos pidiendo que regrese a la Constitución porque es presidente de una República democrática que tiene cauces legales para resolver los problemas, para desarticular el crimen organizado, para llevar ante los jueces a los criminales, para desmontar las complicidades.
Acerca del otro lado, el de la gente, indica:
–Es raro ver a un obispo marchando…
–Siempre he trabajado en generar conciencia, es mi trabajo pastoral. Y la conciencia es que la sociedad no funciona si sólo hay cabeza y no hay cuerpo. Digámoslo así: el Estado mexicano no sólo lo forman las cabezas estúpidas, la conformamos todos los ciudadanos que tenemos una responsabilidad con el país y ahora tienen que cuestionar la correcta aplicación de la ley para hacer justicia, para acabar con este desorden espantoso.
Y si esos cauces legales no son suficientes, por ejemplo, para detener el lavado de dinero, se deben fortalecer con una nueva legislación. Pero aquí se junta todo: no querer enfrentar la corrupción que hay en las estructuras políticas y no frenar el dinero sucio en las elecciones, porque desde ahí empiezan a nacer los compromisos de entregarles las policías.
Acerca del otro lado, el de la gente, indica:
Lo que en un momento hubiera podido ser desorientación, cobardía o miedo, ya se convirtió en indignación, en conciencia de que los que realmente llevamos el país somos los ciudadanos. Ya son concientes de la ineficiencia de la estructura del Estado, cuya respuesta a sus reclamos de justicia es sencillamente impunidad y más impunidad.
–Es raro ver a un obispo marchando…
–Siempre he trabajado en generar conciencia, es mi trabajo pastoral. Y la conciencia es que la sociedad no funciona si sólo hay cabeza y no hay cuerpo. Digámoslo así: el Estado mexicano no sólo lo forman las cabezas estúpidas, la conformamos todos los ciudadanos que tenemos una responsabilidad con el país y ahora tienen que cuestionar la correcta aplicación de la ley para hacer justicia, para acabar con este desorden espantoso.
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