Al pueblo de México.
Al pueblo de Guerrero.
Al pueblo de Guerrero.
Este 28 de junio se cumplen 18 años de la masacre de Aguas Blancas,
en el municipio de Coyuca de Benítez del Estado de Guerrero, México
contra militantes de la Organización Campesina de la Sierra del Sur
(OCSS).
Han sido 18 años de impunidad para Rubén Figueroa Alcocer, principal
responsable de la masacre y sus cómplices. 18 años de dolorosa ausencia
para los familiares de los 17 compañeros que en esa fecha fueron
asesinados. 18 años de persistencia terca por alcanzar justicia, de los
que no hemos sido ablandados con la persecución, el encarcelamiento y
las amenazas de muerte.
Ayer, a los 17 muertos y 23 heridos en el vado de Aguas Blancas se
sumaron las desapariciones de Gilberto Romero y Benito Bahena, los
asesinatos de Ismael Mena Álvarez, Eugenio Aguirre Bahena, Eusebio
Vázquez Jiménez y otros, así como decenas de nuestros compañeros
encarcelados, solo por mencionar algunos ejemplos.
Pero lo que nos pasó en la OCSS no es más que la expresión de la
forma en que los señores del poder y del dinero, “resuelven” los
problemas sociales. Represión para los que nos atrevemos a luchar por
nuestros derechos; impunidad para los asesinos, ladrones y represores
que desde el gobierno realizan sus delitos.
Por eso, antes de que nuestros compañeros fueran masacrados, y
después de las elecciones de 1988 cientos de opositores al fraude que
llevó al gobierno a Carlos Salinas, fueron asesinados.
Después, más asesinatos, desapariciones y encarcelamientos de
luchadores sociales. La masacre de El Charco, los asesinatos y
encarcelamientos de Ecologistas en la sierra de Petatlán.
Más recientes, las desapariciones de Marcial Bautista y Eva Alarcón.
Hace unos días la desaparición y asesinato posterior, de Arturo
Hernández Cardona y otros dos militantes de la Unidad Popular de Iguala.
A Arturo lo recordamos especialmente con dolor y con cariño, con
dolor por su muerte, con cariño por haber compartido con nosotros
aquellos días de junio de 1995 en la lucha por nuestros derechos y por
el castigo a Rubén Figueroa.
Hoy, como en 1995, y en otros años, los luchadores sociales son
perseguidos como criminales, mientras los verdaderos asesinos y
delincuentes gozan de impunidad.
Ahora cuando entre 2005 y 2010 los gobiernos panistas entregaron
cerca de 200 mil hectáreas del territorio de nuestro estado en
concesiones mineras principalmente extranjeras, por 50 años de
extracción a tajo abierto; cuando en “Los Filos” entre los pueblos de
Mezcala y Carrizalillo, en 20 años pretenden extraer más de 60 millones
de toneladas de oro; cuando persisten en su esfuerzo de inundar 17 mil
hectáreas, desplazar directamente a 25 mil personas e indirectamente a
75 mil para construir la presa “La Parota”; explotar indiscriminadamente
nuestros bosques y nuestras aguas en beneficio de proyectos
empresariales; cuando el gobierno priista y sus comparsas del “pacto por
México”, imponen las contrarreformas neoliberales; cuando diferentes
grupos de paramilitares desde la delincuencia organizada sirven al
Estado mexicano para terminar con las expresiones de organización que
surgen desde el pueblo, lo que nos queda es seguir luchando.
En otras partes de nuestra patria la situación es parecida, despojos
de nuestros recursos, asesinatos, desapariciones, encarcelamientos de
los que se oponen a las injusticias. Son indignantes las desapariciones
crecientes, las miles de víctimas de la llamada delincuencia organizada y
la guerra contra el narcotráfico, el tratar comocriminales a los
luchadores sociales y entre esto, el encarcelamiento prolongado del
profesor Alberto Patishtán.
En estos tiempos, tener dignidad y luchar es arriesgar la vida pero
debemos seguir en ello. Hoy, recordar a nuestros compañeros caídos el 28
de junio de 1995, es oponernos a las contrarreformas neoliberales que
nos niegan el derecho a la educación gratuita, a la seguridad social, al
trabajo, a una vida digna. Es luchar por la presentación con vida de
los desaparecidos y castigo a los asesinos de las guerras sucias de los
60’s, 70’s, 80’s, 90’s y 2 miles. Exigir la libertad de los presos
políticos. Es defender nuestros bosques, nuestra agua, nuestra tierra y
nuestros recursos energéticos. Es defender el territorio y los derechos
de los pueblos originarios y recuperar las partes de la patria que nos
han robado.
Seguimos soñando que la justicia y la libertad vivirán en nuestras
casas, subirán a nuestras sierras, caminarán en nuestras calles, se
bañarán en nuestros ríos y playas, jugarán con nuestros niños, reirán
con nuestros jóvenes y en las tardes, descansarán oyendo los relatos de
dignidad que cuentan nuestros viejos.
Hoy como ayer nuestra exigencia es ¡Castigo a Rubén Figueroa!
¡No a la presa La Parota!
¡Si a la vida, no a las minas!
¡La autodefensa es un derecho de los pueblos!
¡Libertad a los presos políticos!
28 de junio de 2013.
Fuente: La Haine
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