miércoles, 20 de octubre de 2010

Se desmorona Ciudad Rural de Juan Sabines. Nuevo Juan de Grijalva, Chiapas

lunes 18 de octubre de 2010


Óscar Gutiérrez / Mirada Sur

San Cristóbal de Las Casas. Chis. 7 de Octubre. La ciudad rural sustentable Nuevo Juan de Grijalva llegó a su primer aniversario de fundación en el norte de Chiapas, surcada por la zozobra y la incertidumbre de sus habitantes.
En contraste con la publicidad y el discurso gubernamental, las aspiraciones de progreso y desarrollo de familias reubicadas en aquel poblado emergente, se frustran y empantanan.
Denuncian la falta de alternativas y de apoyos productivos, así como el deterioro creciente de viviendas, infraestructuras y vialidades, por los efectos de las lluvias y las quejas recorren la denominada primera ciudad rural sustentable, construida en las proximidades de la cabecera municipal de Ostuacán.
A la distancia, los moradores comparten el recuerdo doloroso por la pérdida de 26 familiares y parientes, sepultados por la caída de un cerro sobre el desaparecido Juan de Grijalva, en noviembre de 2007.
Mestizos y descendientes de la etnia zoque, lamentan la ausencia de expectativas para enfrentar la situación actual y los desafíos comunitarios que les plantea el futuro.
El asentamiento levantado sobre una cima fue inaugurado el 18 de septiembre del año pasado con 410 viviendas, hospitales, escuelas, naves industriales y comerciales, y áreas recreativas.
El paisaje uniforme de casas de techos ocre, contrasta con las calles hundidas, deslaves de taludes y viviendas agrietadas, algunas a punto de desplomarse.
En Nuevo Juan de Grijalva el ánimo y los anhelos también están vulnerados. A la zozobra por la falta de reactivación económica, se agregan los riesgos y temores en medio de los restantes dos meses que le quedan a la actual temporada de lluvia.
Familias damnificadas de 11 comunidades y rancherías de los alrededores del río Grijalva, que fueron reubicadas debido a las inundaciones que dejaron las lluvias y frentes fríos de finales de 2009, y por su condición vulnerable, denuncian el “fracaso del modelo habitacional”.
Misael Juárez Hernández, presidente del comisariado del extinto Juan de Grijalva, advirtió que “dentro de un año, esto será una ciudad muerta, la gente volverá a sus comunidades, como ya lo hicieron las primeras 40 familias, impulsadas por la falta de trabajo y oportunidades de desarrollo”.
Relató las vicisitudes que enfrentó en su intento de integrarse a la nueva demarcación ajena y extraña a los modos de vida y las costumbres del la zona.
Para sobrevivir con su esposa, su madre y 2 hijos, fue necesario desprenderse de las cabezas de ganado que constituían una parte fundamental de su patrimonio.
“No recibimos ayuda del gobierno para el pago del alquiler de vivienda. Mi madre, quien ya está grande de edad, cayó y se fracturó; por la diabetes, se le amputó una pierna”, lamentó.
La ausencia de planificación de los responsables del proyecto urbano, propició el deterioro prematuro del nicho habitacional de montaña.
Esta realidad cala en sus moradores, por la experiencia que les dejó el deslizamiento del cerro La Pera que borró del mapa al viejo Juan de Grijalva. Juárez Hernández trazó el itinerario de los temores: “Estamos en zona de riesgo, con casas agrietadas a punto del derrumbe, vialidades y calles deslavadas y mallas que detienen taludes”.
“Hay también suelos arcillosos, filtrados por arroyos, donde no debió construirse, precisamente por la inseguridad que representa”, agrega.
Las demandas y necesidades de la población no tienen respuesta del actual delegado del poblado, José Bersaín Salas Culebro.
“Sólo nos visita cada fin de semana, cuando lo buscamos para exponerle nuestros problemas se oculta o huye del poblado. Es un delegado fantasma”, acusó Juárez Hernández.
La misma inquietud padece el campesino David Mateo Pérez, originario de Nuevo Sayula.
La falta de trabajo lo hizo retornar a su comunidad. Echó por delante a su familia. Con ella pesca en las aguas del Grijalva y cultiva una porción de tierra.
“Regresamos porque en Nuevo Juan de Grijalva no hay trabajo ni futuro; la casa la cuida mi hijo que estudia en la cabecera municipal, nosotros llegamos cada fin de semana”.
La experiencia de David, quien fungía como presidente de padres de familia de la escuela del desaparecido Juan de Grijalva, es semejante. Dijo que al final, las viviendas entregadas por el gobierno, serán utilizadas “como casas de campo, porque migrarán en busca de trabajo y comida”.
Los lugareños enfatizaron la falta de reactivación económica, que golpea cultivos alternos, expendio de comidas, de ventas ocasionales, hasta la procesadora de productos lácteos.
La atmósfera la percibe y la vive el comerciante de ropa y calzado, Porfirio Rosas. Llega cada fin de semana del municipio de Pichucalco. En las afueras del corredor comercial, aguarda a compradores de ropa y calzado que tardan y no llegan.
“Antes que cayera el cerro de Juan de Grijalva y llegaran las inundaciones de Malpaso, el negocio era muy bueno, iba a los poblados del río, la mercancía volaba, hoy pasa todo lo contrario”, refiere.
Dulce María es propietaria de un pequeño restaurante. La expresión demudada y sus manoteos imprecisos, trasponen su estado de ánimo, su preocupación. Los elevados pagos de energía eléctrica no permiten que el pequeño negocio prospere.
“Pagamos recibos de 593 pesos, a pesar de que las presas hidroeléctricas están en nuestra zona, a ver hasta dónde aguantamos”, advirtió.
La imagen de Nuevo Juan de Grijalva es de envejecimiento, ruinoso, en su primer aniversario.
Las lluvias de octubre y noviembre del año pasado, deslizaron superficies y asentaron calles de la zona norte.
En el lado sur se construyen y fortalecen muros, al igual que en el acceso principal del poblado, donde los deslizamientos dañaron las mallas perimetrales.

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